Cuando estaba estudiando nutrición recuerdo las clases en las que hablamos de alergias alimentarias. En ese momento lo veía todo como un interesante concepto, porque realmente nunca había tenido que restringir mi alimentación para nada, era algo ajeno a mí. Incluso en algún momento una mamá me pidió ayuda o ideas para continuar con la lactancia de su bebé alérgico y yo revisé la literatura y le hice recomendaciones, pero no había detrás mayor experiencia personal para hacerlas. Incluso recuerdo ver todas las restricciones alimentarias que tenía y pensé: “qué complicado seguir con la lactancia así”… Luego me pasó a mí.
Cuando mi hija mayor tenía 3 semanas, un pañal lleno de sangre nos llevó por un laberinto de exámenes, pruebas y ajustes. Ella era alérgica a la proteína de la leche de vaca. Ahora era yo la que tenía que cambiar mi alimentación para poder darle de mamar, y no quería buscar alternativas, quería poder hacerlo. Mi conocimiento de la U no me bastaba, las alergias alimentarias y la alimentación que las debe acompañar no son solamente un asunto de conocimiento técnico, implican logística familiar, sentimientos encontrados, ansiedad mientras sucede el ajuste, tips y consejos para hacerlo todo más sencillo, son todo un mundo.
Durante los siguientes meses tuve que eliminar de mi dieta lácteos, gluten, soya y huevos. Tuve que volverme una detective de etiquetas nutricionales, una chef experimental, una experta en el tema para explicarle a mi familia y amigos… todo mientras que aprendía a ser mamá. Poco a poco fui creciendo en el tema, tanto que para cuando mi hija se destetó yo no tenía ganas de volver a la alimentación que tenía antes. ¡Me sentía mucho mejor!
En este proceso me di cuenta que las personas que deben seguir una dieta de eliminación para continuar con la lactancia materna no siempre obtienen la ayuda que necesitan, ni de parte de sus profesionales de salud de confianza, ni de parte de su familia y amigos, así que decidí ser coach del proceso de lactancia y alergias, y acompañar a las mamás, estando ahí para ellas en las buenas y en las malas. Sí, una parte del proceso es sugerirles productos o menús, pero mi más importante labor es estar para ellas ahí cuando sienten que no vale la pena seguir, cuando un familiar les hace un comentario cuestionando la existencia de las alergias alimentarias, cuando tienen un antojo y yo les puedo sugerir un sustituto que les fascina.
Soy fiel creyente de que todo pasa por una razón y agradezco el dichoso momento hace 6 años en que el destino me hizo conocer el mundo de las alergias alimentarias, y toda la empatía que me ha hecho desarrollar.
– Nota gracias a Gloriana Brenes.
